«Hace muchísimos años, en una diminuta aldea de la lejana provincia de Santa Fe, llamada Casilda por sus habitantes y por otras personas, la Mala Suerte de la Música se anotó un garbanzo, tras lo cual sonrió malignamente, como es su costumbre. Unió a un grupo de individuos de dudosa calaña, comportamiento vagamente anormal y facultades mentales un poco argentinas y bastante rocanrroleras, y puso instrumentos musicales en sus manos. Luego les dio una palmadita en el trasero, y les dijo: “Vayan..., joroben”. Creo que corría la primavera del año 1993, después de Cristo. Los individuos se miraron y se encogieron de hombros, como los Superamigos después de la lobotomía. Estos individuos tenían nombres (Gastón Honczaruk, Alberto Castello, Leandro Meneghello, Alejandro Malfassi), pero la palabra con la que cada uno de ellos se autodenominaba (Waino, Beto, Perro, Cacha) tampoco eran los apelativos con los que los ancianos de la aldea los habían bautizado, actitud propia de maleantes. [...]
Y así los conocían los demás por separado. Si los ponían uno al lado del otro, como pasó por primera vez en el verano del '94, la gente señalaba a la formación y decía: “Ah, LOS GURUSES”, pero no se imaginaban por qué les decían así. No importa, porque así se presentaron en una ocasión a cierto concurso organizado por una radioemisora que emitía su programación en frecuencia modulada estereofónica, conocida en la Gran Ciudad de Rosario y aldeas satélites como FM T.L.105.5 de su dial. ¿Para qué?.¿Un concurso de qué? No está muy claro, pero la cosa era entre muchísimas agrupaciones como LOS GURUSES y ellos mismos. Y ganaron ellos mismos. Les regalaron como premio (creo) cincuenta horas de grabación de ruidos varios, que ellos hicieron con los instrumentos que la Mala Suerte de la Música había puesto en sus manos, hasta que el premio se agotó y tuvieron que salir a robar o a mendigar o a prostituirse para poder seguir registrando esos ruidos en los Estudios Godzila de la misma Gran Ciudad, en complicidad con otros como ellos mismos. [...]
La banda pagó las deudas de la grabación del disco con giras por la provincia, y encaró la producción del clip junto a una re-masterización para difundir su trabajo. ¿Qué más se puede decir? Lo ignoro redondamente, ya que redondo es el CD que la Mala Suerte de la Música hoy ha puesto en su mano. Que lo disfrute con salud.»
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