Cuba's finest Jazz-Roots ensemble in a classic "grey market" live cd, recorded in Havana in 1990 (or before?) and first released in Europe in 1993.
"The track list focuses on songs from the first albums - "Taka Taka-Ta", "Dile A Catalina" - and dance tracks rather than classical or jazz. So it doesn't give you a sense of the group's range but it's a heck of a lot of fun: "Aguanile Bonkó" is a brilliant, high-energy blend of santerí and funk, along the lines of Palmieri's "Lucumí, Macumba, Voodoo." On the lighter side, "Baile Mi Ritmo" is pure tongue-in-cheek disco, complete with a guitar lick borrowed from "You Should Be Dancin'." And it's tough to go wrong when a record starts with "Bacalao Con Pan" and "Moja El Pan" back to back. (DBW,
Wilson & Alroy's record Reviews)
«[…] Irakere, que comenzó como un desprendimiento de la Orquesta Cubana de Música Moderna, cuenta con varios de los mejores intérpretes de Jazz de Cuba. Algunos fueron escuchados y admirados por jazzistas de fama mundial como Dave Brubeck y Gerry Mulligan en el Festival de Jazz celebrado en Polonia en 1970, y dos de ellos (el pianista Chucho Valdés y el saxofonista Paquito Rivera) han quedado entre los primeros cinco del mundo en sus respectivos instrumentos, en encuestas realizadas por revistas de Estados Unidos y Francia. En 1976, ya integrado el grupo Irakere, se repitió el éxito en Europa, esta vez en Finlandia. Y en mayo de 1977, Irakere sorprendió y entusiasmó a músicos como Dizzy Gillespie y Stan Getz, que realizaron una breve visita a nuestro país. La sólida formación técnica y la experiencia de estos músicos cubanos en el campo de Jazz, sumado al empleo de instrumentos y ritmos del inagotable arsenal afrocubano, hacen de Irakere el primero entre los combinados que están renovando nuestra música popular. Su director Chucho Valdés, además de sus propias y originales composiciones, es responsable de modernas versiones de nuestra música tradicional (contradanzas de Saumell, “La comparsa” y la “Danza de los ñañigos” de Lecuona), y el grupo puede interpretar con igual desenvoltura un
danzón que un concierto de Mozart, convirtiéndolo en una novedosa y válida experiencia. […]» (Leonardo Acosta,
Revista Revolución y Cultura)
«El Grupo Irakere estuvo integrado por Armando Cuervo (Percusión), Oscar Valdés (Vocal y Percusión), Jorge "el niño" Alfonso (Congas), Enrique Plá (Batería), Carlos del Puerto (Bajo), Jorge Varona (Trompeta), Arturo Sandoval (Trompeta), Carlos Averhoff (Saxo Tenor), Paquito D’Rivera (Saxo Alto) y Carlos Emilio Morales (Guitarra). Sus repertorios a lo largo de los años han sido una clara y definida combinación de temas jazzisticos, experimentales y bailables; con elaborados arreglos que permiten apreciar el virtuosismo de los solistas y la calidad de las composiciones. Todo ellos es una mezcla que han hecho de la presencia de Irakere en los escenarios una cita obligada en cualquier evento del jazz mundial.
La impresionante sonoridad de Irakere ha impactado a muy diversos auditorios, demostrando en cada presentación la estatura física y cultural de estos hombres, donde destaca de manera singular el maestro del piano, Chucho Valdés, que por sus extraordinarios aportes a las variantes modernas del Jazz y su calidad como pianista es considerado líder mundial de este género musical. En Irakere viven los percusionistas de África, pero también los metales de Cuba y los teclados de Valdés, un maestro del piano, virtuoso en su instrumento, y una verdadera escuela de incuestionable calidad musical. Hijo de Bebo Valdés, Chucho ha llevado su herencia musical al frente de Irakere por los escenarios mas exigentes y variados del mundo entero.
Irakere lideró con su nacimiento hace ya más de 30 años, un proceso de renovación en la música cubana que no ha sido justamente ponderado por algunos públicos menos rigurosos y exigentes. Irakere es el alma mater de la música cubana contemporánea. Con un estilo policromático que va desde lo puramente afro hasta las más modernas sonoridades, Irakere ha fusionado en forma casi perfecta lo Afro-cubano, el jazz y lo puramente clásico, logrando un producto de altísima calidad interpretativa, pero además inspirado y revolucionario. La fusión de la raíces profundas del folclor afrocubano con elementos de la música clásica e internacional se convierten en una filosofía, una forma de tocar y de trabajo bajo la obsesión perfeccionista de Valdés, que sobrevive a todos los vaivenes propios de las orquestas.
Irakere, que nos dejó el regalo sabroso de la Timba, señaló el camino de una técnica impecable al servicio del arte popular, pero con su disolución nos dejó la incertidumbre de que quizás no volveremos a ver una banda tan estupenda.» (Apolybaco)
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